martes, 23 de noviembre de 2010

REPORTAJE: Días de Incertidumbre, Aciago y Resistencia del SME

CORTOCIRCUITO AL SME (PRIMERA PARTE)






Iniciaba la madrugada del domingo 11 de octubre de 2009. La información llegaba a cuenta gotas al recinto sindical y aún no había una postura oficial por parte del gremio. Fernando Amezcua, Secretario del Exterior y vocero del Sindicato Mexicano de Electricistas, a pie de banqueta, declaró para las cámaras de Milenio TV: “…en este momento se va reunir la dirección del sindicato, vamos a llamar a nuestra Asamblea General y vamos a tomar las determinaciones necesarias”. Ante la insistencia de reporteros que exigían una posición sobre el albazo que el Gobierno asestó al SME, el responsable de la comunicación externa de la organización obrera, consciente de la volatilidad que un comentario desafortunado puede generar bajo circunstancias de tensión, sólo se limitó a decir: “Ni siquiera presentaron (las autoridades) algún documento para tomar las instalaciones, simplemente lo hicieron”.

Al filo de la media noche, el mismo corporativo de medios, cuyo comentarista principal en ese momento era el periodista Ciro Gómez Leyva, transmitió en exclusiva el audio de una brevísima entrevista vía telefónica con el Secretario General del sindicato, Martín Esparza Flores, quien incluso antes de manifestar una posición ante sus agremiados, dijo: “Estamos a la espera de que haya una respuesta de la Presidencia de la República, con la que nos reunimos el jueves. Parece que la respuesta es ésta: de manera sorprendente, movilizando a tomar las instalaciones. […] Es una provocación; si le pasa algo a algunos trabajadores, porque me dicen que los están intimidando, responsabilizamos al Gobierno federal”, denunció el líder de los 44 mil sindicalizados, minutos antes de la publicación del decreto presidencial que dejó a todos sin empleo.

Era la primera de muchas noches de incertidumbre. Mientras el gobierno decretaba la liquidación de Luz y Fuerza del Centro (LFC) y la dirección sindical afinaba su postura, en los pasillos del SME y calles aledañas los electricistas se reunían espontáneamente en pequeños grupos y compartían sus especulaciones y puntos de vista sin asomo de calma, pues quienes “pagan el pato somos nosotros, los trabajadores”, referían con coraje. Todos ansiaban información, alguna noticia que desmintiera lo que estaba sucediendo.


En su semblante había desasosiego. Entre gritos, lágrimas y caras de espanto, cada quien elucubraba su propia hipótesis de lo que estaba ocurriendo aquella noche y, movidos por la impotencia, expresaban su sentir sin cortapisas, pues alguien tenía que ser el responsable de su desgracia. Enrique Ramos Estrella, empleado de LFC en la sección de Obras Civiles de Distribución, caminaba desesperado sobre la acera de enfrente del edificio sindical, dando vueltas y fumando un cigarro tras otro. Manifestó su enojo al saberse desplazado de su trabajo y despotricó contra el régimen calderonista:

Este pinche gobierno no se cansa de estar aniquilando a la clase obrera; es increíble lo que pasa en nuestra nación, pues jóvenes y mujeres que se han tenido que integrar al trabajo; jóvenes de entre 14 y 15 años, en lugar de ir a estudiar, este pinche gobierno los ha obligado a decidir entre estudiar y comer, y se tienen que sumar a las fuerzas de trabajo… Ahorita el pinche país en crisis y con tanto desempleo, no puede ser que soportemos un gobierno con este tipo de características.

Los dos meses previos a la elección del nuevo liderazgo gremial –la votación concluyó el 26 de junio de 2009—y las impugnaciones posteriores a la misma, representaron una desproporcionada guerra sucia entre los grupos que se disputaban el poder. El desgaste trajo como resultado la fragmentación de la unidad electricista y pocos se detuvieron a observar que el grado de polarización había partido al sindicato a la mitad. Dos grupos irreconciliables.

Sólo hasta pocas horas después de haber sido desalojados de sus puestos laborales, se confirmaron las dudas y especulaciones: Alguien le había abierto la puerta al Gobierno y traicionado los ideales e independencia del sindicato más antiguo y combativo de México… ¿Quién? Esa pregunta encontraba respuesta según el grupo político-sindical al que se le cuestionara. En ese momento la asignación de culpas era mutua.

Aunque quien decidió ponerlos en la calle es el ocupante de la silla presidencial, la desconfianza de los sindicalistas hacia sus respectivos liderazgos flotaba como una nube pestilente en el ambiente de Antonio Caso e Insurgentes. Eduardo García, de la sección de Obras Eléctricas, también desesperado, reveló su descontento al enterarse de que tras la ocupación militar de la Compañía de Luz los dos grupos sindicales antagónicos, esa misma noche, habían decidido unirse para enfrentar al Gobierno:

Es indignante. Porque este es un juego entre los dirigentes y el gobierno. No es posible que dos compañeros (Martín Esparza y Alejandro Muñoz) primero se estén peleando por un puesto y, ahorita, en una reunión, digan que esto es una unión. ¡Eso no se vale! Yo creo que ya negociaron; ya vendieron nuestro contrato colectivo de trabajo y… Sobre todo, el señor Martín, en este caso, no ganó las elecciones y que su lucha no era por la clase trabajadora, sino por el poder; un poder que lo cegó, poder enfermo y… El señor Muñoz, que nos vendió por 45 millones de pesos del Gobierno federal (sic). Entonces, creo que eso, como trabajadores, no se vale, y por eso estamos indignados.

En esa tesitura circulaban los comentarios, eran tan diversos e incendiarios como la imaginación y la rabia lo permitían. Un mar de hombres y mujeres, afuera de su sindicato, en busca de una respuesta que sirviera de asidero para entender por qué su estabilidad laboral y el patrimonio familiar de pronto se vinieron abajo. Raúl Hernández Muñoz, del área de Automatización y Sistemas de LFC, manifestó su opinión sobre los argumentos contenidos en el decreto de extinción que, conforme avanzaban las primeras horas, se hicieron del conocimiento público:

Es una verdadera porquería lo que nos ha hecho el gobierno, tratando de liquidar un Organismo a través de mentiras y una serie de datos absolutamente falsos de lo que es actualmente Luz y Fuerza en su productividad y sus trabajadores. Estamos en contra de eso y vamos a luchar hasta las últimas consecuencias para restablecer el estado de derecho y las condiciones laborales de los trabajadores.

La espera afuera del edificio sindical se hacía interminable ¿Dónde está Martín? Se preguntaban muchos. Lo único perceptible aquella angustiosa noche era la ausencia de información y la disposición por parte de los trabajadores de hacer lo que fuera por recuperar el empleo. Cómo, con qué medios y bajo qué plan, se conocería hasta más tarde, después de una Asamblea Extraordinaria.


Miembro de la gran familia esmeíta, Lupita Becerra recuerda la intensidad de aquellos momentos en los que se preguntaba qué error había cometido para estar ahí, en la calle. Comenta que al mirar a su tía –también trabajadora de LFC—llorando ante la impronta de ¿Ahora qué hacemos? No pudo evitar romper en llanto. “Eran sentimientos encontrados: Imagínate, entre pensar que esto no nos estaba ocurriendo y lo que debíamos de hacer, explica la sindicalista, pensamos que nos iban a decir: ¡Agarren sus armas y vamos a pararnos en los lugares donde más podamos...! Nosotras estábamos dispuestas a todo. Nos propusimos un punto de encuentro por si se desataba alguna agresión fuerte, que todos supiéramos un lugar en dónde encontrarnos… Uno nunca sabe. Teníamos la incertidumbre de que la policía llegara también al sindicato”.

A pesar de considerarse una mujer fuerte, Lupita Becerra sentía mucho miedo por lo que pudiera pasar, sin embargo, recuerda la decisión que tomaron todos los miembros de su familia: “Vamos a aguantar hasta que esto se resuelva. Desde el principio fue algo muy claro, decidimos quedarnos a luchar por nuestro sindicato; lo teníamos como compromiso moral, pues somos la cuarta generación que vivimos al servicio de una empresa que nos ha dado una posibilidad enorme de vivir sanamente y en paz con nuestras necesidades inmediatas cubiertas”.

Fabiola Martínez, reportera de La Jornada, en su crónica publicada el lunes 12 de octubre de 2009, describió los difíciles momentos que embargaron al Sindicato Mexicano de Electricistas aquella noche trágica que estuvo a punto de salirse de control:

“¡Basta de rollos motivacionales! ¡Plan de acción, plan de acción!”, exigían los afiliados al SME, todavía con el enojo hacia sus líderes y a sí mismos, por haber permitido, decían, que creciera un conflicto electoral interno que los partió en dos. […] Algunos del comité central llamaban a la paciencia, pero la base, la que manda, como dicen en el SME, estaba desesperada: “no somos borregos, cabrón... ¡ya ven a lo que nos llevaron sus pleitos! ¿Dónde está Martín?”, gritaban.
Por fin, a las tres de la madrugada, Esparza habló desde el auditorio, y los de Antonio Caso sólo lo escucharon a través de una bocina. Ahí estaba el llamado a la unidad y la promesa de defender el empleo. ¿Y el plan de acción? Sólo una indicación: regresar a las nueve de la mañana. Luego, los líderes buscarían a alguien del Poder Ejecutivo para negociar.


Un día antes de la toma militar de la Compañía de Luz, Martín Esparza ofreció una conferencia de prensa en la que explicó los pormenores de la agresión que el Gobierno federal estaba orquestando en contra del gremio. Ahí se deslindó de las especulaciones que se ventilaron en algunos medios de comunicación sobre un posible apagón generalizado, inducido por los trabajadores.

No obstante, el líder electricista aseguró que si no recibían respuesta satisfactoria por parte de las autoridades, su movimiento crecería: “Este es el inicio, el SME va a seguir existiendo. Resistiremos contra la política de intromisión del gobierno y, si el Estado toma medidas, aquí lo estaremos esperando”, desafió el dirigente ante cámaras y micrófonos de diversos medios convocados en la sede sindical.

La directiva sindical, al parecer, no sabía cuál iba a ser la respuesta gubernamental y, en la misma conferencia de prensa, el líder se refirió a la movilización que el SME hizo a la residencia oficial de Los Pinos, el jueves 8 de octubre de 2009, donde Esparza, al finalizar las protestas, anunció a sus bases el encuentro que sostendría con el Director General de LFC, el ingeniero Jorge Gutiérrez Vera, el lunes 12 de octubre. En dicha reunión –que nunca se llevó a cabo—se detallarían todas las violaciones al contrato colectivo por la retención de cuotas sindicales, suspensión de pagos, créditos y becas, entre otras irregularidades, derivadas de la negación de la Toma de Nota a la dirigencia obrera por parte de la Secretaría del Trabajo.

Otro de los planes del SME para revertir la intromisión del Secretario Javier Lozano, consistió en solicitar la interlocución directa con Felipe Calderón y establecer una mesa de trabajo con el propósito de analizar la situación financiera y operativa de la empresa. Así, dirigida al Presidente de la República en formato de “Carta Abierta”, la solicitud se publicó en una plana del periódico La Jornada el 8 de octubre de 2009, mismo día en que fue entregada por el propio Esparza al Secretario Particular del primer mandatario, Luis Felipe Bravo Mena. En la misiva el Comité Central del gremio manifestó:

C. PRESIDENTE CONSTITUCIONAL
DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
FELIPE CALDERÓN HINOJOSA
P R E S E N T E.


Como es del conocimiento de la opinión pública, el titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, C. Javier Lozano Alarcón, ha denegado la Constancia de Toma de Nota al Secretario General del Sindicato Mexicano de Electricistas, C. Martín Esparza Flores, electo conforme a los estatutos de nuestra organización sindical.
Esa injustificada y arbitraria determinación administrativa ha ido acompañada de una abierta injerencia de la dependencia mencionada en la vida interna del sindicato, de la politización de un asunto estrictamente gremial y de una escalada de hostilidad en nuestra contra. […]
(Además) en la mayor parte de los medios informativos nacionales se desarrolla una campaña de linchamiento propagandístico de los electricistas mexicanos y se ha dejado correr rumores e insinuaciones calumniosas, tales como que nuestra organización sindical se apresta a provocar un corte general del abasto eléctrico en el centro del territorio nacional. […]
Ante estos hechos, y ante la cerrazón, la beligerancia y el injerencismo que hemos encontrado de parte de varios integrantes de su gabinete, la dirigencia de los trabajadores afiliados al Sindicato Mexicano de Electricistas, en ejercicio de los derechos ciudadanos de petición y de audiencia, solicita de manera formal un encuentro directo con usted, a fin de exponerle, en detalle y de manera documentada, las expresiones de hostilidad que ha venido padeciendo por parte de colaboradores suyos de primer nivel.
Atentamente
“Por el derecho y la justicia del trabajador”
México, D.F. 8 de octubre de 2009



La organización obrera buscaba la negociación. Incluso, aunado a la solicitud de audiencia, Martín Esparza puso sobre el escritorio de Bravo Mena un documento donde se asientan los avances del Convenio de Productividad –firmado en marzo de 2008 entre la empresa y el sindicato— en el que se destaca la reducción de 3 mil millones de pesos en el rubro de pérdidas de energía, informe ante el cual, según declaraciones del dirigente obrero, el secretario particular de Calderón se mostró “sorprendido” de los avances registrados.

En respuesta, la única comunicación oficial que la Presidencia de la República ofreció sobre el encuentro fue un escueto comunicado de prensa (Los Pinos CGCS-156), fechado el mismo 8 de octubre de 2009, donde el gobierno manifestó:

La Presidencia de la República informa que esta tarde el Secretario Particular del Presidente de la República, Luis Felipe Bravo Mena, recibió al señor Martín Esparza Flores y a una comisión de trabajadores de Luz y Fuerza del Centro en las instalaciones de Molino del Rey.
Durante el encuentro, el licenciado Bravo Mena escuchó con atención los argumentos del señor Esparza respecto de la situación que se vive al interior del Sindicato Mexicano de Electricistas y de Luz y Fuerza del Centro.


Finalmente, de no obtener resolutivos, el equipo de abogados de los electricistas analizaría la presentación de una demanda ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA), trámite que representa, de acuerdo a la legislación laboral, el paso previo al emplazamiento a huelga. Sin embargo, a pesar de las movilizaciones, atisbos de negociación y deslindes del sindicato, la decisión de extinguir la empresa eléctrica ya estaba tomada, preparada y calculados sus efectos desde las altas esferas del poder.

Hoy, los esmeítas recuerdan con amargura el mitin de aquella noche del jueves 8 de octubre de 2009 cuando Martín Esparza, con actitud triunfante, pues “se abrieron las puertas de Los Pinos”, informaba las buenas noticias de una posible solución del conflicto. Motivados los sindicalistas cantaron: “¡Martín Esparza, contigo si hay confianza!… ¡Martín Esparza, contigo si hay confianza!”. Así, confiados, trabajadores activos y jubilados, convocados esa noche, se retiraron con la seguridad de que “la fuerza del SME” ganaría una batalla más al gobierno. (…CONTINUARÁ)

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