sábado, 15 de enero de 2011

REPORTAJE: Días de Incertidumbre, Aciago y Resistencia del SME

Luces, cámara… ¡Acción!






Para millones de mexicanos la principal fuente de información y entretenimiento –la más influyente hoy día, nos guste o no—es la televisión: “el invento más portentoso de la segunda mitad del siglo XX”; el aparato que se ha convertido en el oráculo de la familia mexicana. Según el investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Gabriel Sosa Plata, en su estudio titulado Situación Actual de los Medios de Comunicación en México y América Latina, realizado en 2007, menciona que el 97.9% de los hogares de México cuentan con televisión, de éstos, el 24.9% tiene acceso a la televisión de paga y, en contraste, sólo el 16.5% cuenta con una computadora.
            
 Este panorama de acceso a la información lo conocen muy bien los asesores en imagen de la Presidencia de la República, por lo tanto, la noche del domingo 11 de octubre de 2009, en cadena nacional, Felipe Calderón emitió un mensaje televisivo a toda la nación para “informar” las razones que lo “obligaron” a decretar la extinción de Luz y Fuerza del Centro.

 
Eran las 9:00 PM. El Presidente inició su discurso diciendo que “para transformar a México en el país justo y próspero que queremos tenemos que cambiar y cambiar a fondo, corregir de raíz los graves problemas que tenemos por muy costosas y difíciles que sean las decisiones que permitan resolverlos, con tal de que nuestros hijos puedan tener, el día de mañana, un México mejor”.
             
Cuando el primer mandatario apareció en la televisión para referirse a que “desafortunadamente, la mayor parte de recursos que recibía este organismo de manos de los mexicanos, no se podían destinar a mejorar la calidad del servicio sino que, fundamentalmente, iban a pagar privilegios y prestaciones onerosas de carácter laboral, y esto se agravaba año con año”; millones de televidentes se indignaron y confirmaron lo que a diario se dijo en los medios: que los trabajadores se acabaron y saquearon la empresa.
     
No obstante, surgen bastantes preguntas sobre lo dicho aquella noche por el Presidente: ¿A qué recursos económicos se refería? ¿Sus asesores y miembros del Gabinete le proporcionaron datos falsos? ¿Qué, acaso no fue él Secretario de Energía? ¿No sabía que la principal carga financiera de LyFC es el pago de energía en bloque a CFE? ¿Por qué mentirle al pueblo de México? ¿Por qué emitir un mensaje televisivo, de más de 10 minutos de duración, en cadena nacional, para informar sobre la liquidación de un Organismo público, y a los trabajadores afectados ni siquiera les envió un simple memorándum? ¿Qué quiso justificar con tanta insistencia Felipe Calderón?

Mensaje del Presidente Felipe Calderón sobre la extinción de Luz y Fuerz...

miércoles, 5 de enero de 2011

REPORTAJE: Días de Incertidumbre, Aciago y Resistencia del SME

LOS NÚMEROS NO MIENTEN... ¿O SÍ?









Una vez que el Ejército y la Policía Federal tuvieron bajo control las instalaciones de LFC, “sin romper un solo vidrio”, en los primeros minutos del domingo 11 de octubre de 2009, de forma inédita –en día inhábil— se publicó en una edición especial del Diario Oficial de la Federación el Decreto por el que se extingue el organismo descentralizado Luz y Fuerza del Centro, suscrito por el Poder Ejecutivo de la Nación, representado por Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, presidente de los Estados Unidos Mexicanos.


Considerado como el “acto de gobierno más trascendental del sexenio”, la extinción de esta empresa se fundamenta principalmente en que “no ha cesado de recibir transferencias presupuestarias cuantiosas, las cuales lejos de disminuir se han visto incrementadas en los últimos años; basta señalar que del 2001 al 2008 –se asegura en el decreto—, tales transferencias se incrementaron en más de doscientos por ciento”.

También, según los considerandos del documento liquidador, “los costos de Luz y Fuerza del Centro casi duplican a sus ingresos por ventas; de 2003 a 2008 registró ingresos por ventas de 235,738 millones de pesos, mientras que sus costos fueron de $433,290 millones de pesos”; además, se precisa que dicha institución “…registra un pasivo laboral de 240 mil millones de pesos, de los cuales solamente 80 mil millones corresponden a trabajadores en activo y 160 mil millones al personal jubilado”.



Sobre su operación se mencionan resultados “notablemente inferiores respecto de empresas u organismos que prestan el mismo servicio a nivel internacional”, entre los que se destaca, por ejemplo, el porcentaje de pérdidas totales de energía, “excesivo y superior en casi tres veces al que presenta la Comisión Federal de Electricidad”, niveles tan altos que, según el decreto, “casi ninguna empresa eléctrica en el mundo registra”.

domingo, 2 de enero de 2011

REPORTAJE: Días de Incertidumbre, Aciago y Resistencia del SME

LAS LIQUIDACIONES SON "MIGAJAS"; LA RESISTENCIA VA!







Era la mañana del domingo 11 de octubre de 2009, con una impecable camisa azul claro, semblante fresco y bien peinado, ahí estaba Martín Esparza frente a más de 10 mil electricistas inconformes que llenaron la plaza del Monumento a la Revolución. Sobre un improvisado templete montado en una camioneta, dio inicio el primero de muchos mítines masivos en los que participaría para defender al gremio que le tocó liderar. En su discurso, después de la participación del Diputado Federal por el Partido del Trabajo, Gerardo Fernández Noroña y otros líderes gremiales, Esparza hizo una comparación entre las condiciones actuales del país y las que prevalecían en la época revolucionaria, cuando se fundó el SME; describió la situación social y económica de desempleo, desigualdad y pobreza que obligaron al pueblo de México a levantarse en el movimiento revolucionario de 1910.

“No vamos a dejar que despojen a más de 66 mil familias del sustento económico producto de la riqueza de la infraestructura que hemos generado por décadas”, afirmó el líder con el puño cerrado y lanzándolo hacia el frente; la respuesta al unísono se escuchaba: “¡Ni un Paso atrás! ¡Ni un paso atrás!”. Además dijo que Carlos Slim tenía 86 mil millones de dólares (en ese momento); que 13 millones de obreros no tenían empleo formal; que en México se vive el más alto índice de desempleo desde hace 20 años; que 60 millones de compatriotas viven en la pobreza; que después de privatizar bancos y carreteras, ahora el gobierno pretende hacer lo mismo con la industria eléctrica… La plaza secundó: “¡Qué poca madre! ¡Qué poca madre!”.


Cien metros arriba de la concentración electricista, sobrevolaba un helicóptero de la Secretaria de Seguridad Pública patrullando y, al parecer, hacía estimaciones de la capacidad de convocatoria del sindicato —doce horas después de la toma de instalaciones—, para prever futuros escenarios de insurrección social. Abajo la euforia seguía elevándose.

Algunos esmeítas, pasadas la 10 de la mañana, además de seguir con atención lo que sus líderes pronunciaban en el templete, sintonizaban sus radios y televisores portátiles para estar atentos a los reportes noticiosos, ya que en esos mismos instantes, en otro lugar, se celebraba una conferencia de prensa en la que miembros del gabinete presidencial –responsables de las instancias involucradas en la extinción de LFC—darían información de las condiciones que guardaba el servicio eléctrico y los pormenores de la situación de los trabajadores despedidos.

domingo, 26 de diciembre de 2010

REPORTAJE: Días de Incertidumbre, Aciago y Resistencia del SME

EL GOL DE CUAUHTÉMOC Y LA VALENTÍA DEL PRESIDENTE








11 de octubre de 2009, nueve de la mañana. Era domingo y la claridad matinal comenzó a iluminar la explanada del Monumento a la Revolución. Los electricistas, con la resaca de una noche difícil a cuestas, tenían una nueva cita con su historia: El primer día en resistencia. Los transeúntes miraban con extrañeza la inusual movilización obrera, tan temprano y en domingo. Nadie se imaginaba que aquellos rostros desencajados, ojos llorosos y actitudes de preocupación eran de los compas del SME, otrora alegres y cábulas.

Para muchos de estos hombres que arriesgan su vida en las torres de transmisión; que se cuelgan de postes para tender redes eléctricas que iluminan calles y avenidas; que se sumergen al interior de oscuras bóvedas subterráneas saturadas de inmundicias y cables energizados en el Centro Histórico, de pronto se les acabó el empleo. En un santiamén –poco duró el festejo mundialista—, descendieron del Olimpo futbolero al hades de la liquidación laboral.


Con la cara gacha y la mirada extraviada, poco a poco los electricistas se iban acercando al pie del Monumento revolucionario; otros más buscaban al triciclo habilitado de fogón que a primera hora ofrece los tamales de mole, verdes y de dulce, para el hambre y el dolor. Hubo también quienes ni siquiera durmieron; los que iban llegando y los despistados a quienes los despertó la noticia: “Vente para acá, güey… ¡No mames! Qué… ¿no sabes? ¡Ya nos chingaron, güey, cerraron la Compañía! ¡Córrele, vente para acá…! ¡Al sindicato, pendejo!”, regañó un compa, vía teléfono celular, a otro electricista que por éste rápido y moderno medio de comunicación pudo infartarse ante la noticia. Cuelga. “¡Chinga!”, maldice y muerde su torta de tamal elevando su mirada vidriosa hacia el cielo, buscado consuelo.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

REPORTAJE: Días de Incertidumbre, Aciago y Resistencia del SME

LA TREGUA (SEGUNDA PARTE)

Cecilia Figueroa Rodríguez es ex trabajadora de Luz y Fuerza del Centro y se desempeñaba en la sección de Contraloría y Nóminas. Hoy está en la resistencia y es Representante Propietaria Principal de su escalafón; además, es conocida al interior del gremio por sus aguerridas participaciones en las asambleas electricistas y sus irrupciones en la Cámara de Diputados exigiendo solución a las demandas del SME. Ceci, como la llaman todos de cariño, reconoce que la noche del 10 de octubre de 2009 fue “de lágrimas, rabia y rostros desencajados”.

En su caso, recuerda que aquella noche disfrutaba de un día de descanso junto a su familia en el pueblo de Colón, en el estado de Querétaro, cuando de pronto se enteró de la ocupación policiaca del Edificio donde todos los días acudía a trabajar. De inmediato sus ojos se llenaron de lágrimas; corrió a buscar a sus hermanos y, con dolor y cierto titubeo, les comunicó la noticia; nadie lo podía creer. Todos enmudecieron. Sin más y a toda prisa, en compañía de su esposo, jubilado y ex dirigente del SME, decidieron regresar a la Ciudad de México. Tomaron camino por una carretera en la que a esa hora de la madrugada sólo transitan vehículos pesados y algunos trasnochados. “Fue una angustia”, recuerda Cecilia.


Eran las 3 de la madrugada cuando por fin llegó al recinto sindical. No pudo entrar. Contrario a su disciplina de siempre estar en primera fila, en el ojo del huracán, siendo partícipe de las decisiones y el debate sindical, esa noche tuvo que escuchar desde afuera, como cientos de sus compañeros, a través de los altavoces colocados al exterior del edificio; adentro no cabía nadie más. Así fue como se enteró de la “tregua” que se había sugerido con el grupo político disidente.

Destacada por su franqueza y manera directa de decir las cosas, sin rodeos, para Cecilia Figueroa todo fue claro desde el principio: “Alejandro Muñoz es un traidor. Algunos creyeron ingenuamente en que el llamado a la unidad y la finta que hicieron los traidores podía ser posible. Yo nunca me fié y nunca creí en esas señales: quien traiciona, traiciona siempre. Estaba muy claro que este grupo no iba a cuidar los intereses del sindicato; iban a servirle al gobierno, y éste quería una interlocución en la persona de Alejandro Muñoz… El instrumento aquí fue él”, afirma con la seguridad puesta sobre su inconmovible mirada.

En su explicación, Ceci ilustra con golpeteos sobre la mesa –simulando con sus manos la caída de fichas de dominó—lo ocurrido al SME: una secuencia de hechos desafortunados que rompieron la estabilidad de la organización obrera. Con 18 años de experiencia laboral y firme convicción política, esta mujer reconoce que el golpe a los trabajadores se venía dando sistemáticamente: “ya vislumbrábamos un golpe del gobierno, pero no de esa magnitud. Qué podrías pensar después de que se jodieron a los telefonistas, a los del ISSSTE, a los de la CFE, al Seguro Social… ¡En el patíbulo sólo quedábamos nosotros!”, reflexiona con tristeza.

martes, 14 de diciembre de 2010

REPORTAJE: Días de Incertidumbre, Aciago y Resistencia del SME

LA TREGUA (PRIMERA PARTE)






En plena madrugada del 11 de octubre de 2009 dio inicio la primera Asamblea General Extraordinaria de la naciente resistencia electricista. El Comité Central del SME intentaría explicar a sus afiliados qué estaba sucediendo y, entre todos como es su costumbre, analizarían lo que en adelante tendrían que hacer. El auditorio estaba repleto y las calles de Insurgentes Norte y Antonio Caso dieron cabida al resto del gremio que se iba incorporando, a medida que se iban enterando de las malas noticias: Todos estaban despedidos.

En el tubo –como se conoce en el SME al pedestal que sostiene el micrófono—, tribuna principal por la que rondan los expositores, se comenzó a describir lo acontecido. Se habló de la ilegalidad e inconstitucionalidad del decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro y de las garantías que, basadas en la ley laboral, respaldaban a los electricistas y cuya vigencia se haría valer frente al gobierno; se habló de la arremetida contra el sindicalismo independiente y que la organización se defendería legal y políticamente recurriendo a todas las instancias nacionales e internacionales para ganar la batalla; se reconoció la magnitud del golpe asestado y lo largo y difícil que podría resultar el proceso de reinstalación de todos los trabajadores… Pero una cosa sí se aseguró: con “la fuerza del SME” lo conseguirían.


El auditorio retumbaba con las consignas habituales “¡Ni un paso atrás! ¡Ni un paso atrás!”; “¡Duro!… ¡Duro!”; “¡Aquí se ve la fuerza del esmé!”. Pero éstas no estaban revestidas del júbilo y combatividad características del gremio, sino más bien, como lo describe Lupita Becerra, ex trabajadora de LFC, quien se encontraba en una de las primeras filas del auditorio, atenta a lo que se decía aquella noche: “Se nos quebraban las voces, era un grito de desesperación y angustia que al unísono parecía pedir ayuda: ¡Por favor, hagan algo! Después el salón permaneció la mayor parte del tiempo en silencio, todos estábamos atentos al informe que nos daba Martín Esparza”.

El momento más difícil de la Asamblea General fue cuando se abordó la posibilidad de pactar una tregua entre la corriente política opositora, Transparencia Sindical, encabezada por Alejandro Muñoz Reséndiz, y el grupo Unidad y Democracia Sindical, dirigido por Martín Esparza. Ambas fuerzas venían arrastrando un conflicto poselectoral que, después de dos meses de desgaste interno, habían fracturado la unidad gremial. Un proceso de descomposición política que, se dijo, fue impulsado “desde dentro de la organización, con ayuda del Gobierno y los medios de comunicación” para provocar el rechazo de la sociedad hacia el SME.

Cabe recordar que en el pasado proceso electoral, Alejandro Muñoz, ex Tesorero del sindicato, había contendido en contra de Martín Esparza por la Secretaría General del gremio. La participación en dichos comicios, celebrados el 16 de junio de 2009, fue la más alta en toda la historia del sindicato: de 66,370 afiliados, votaron 55,520 electricistas, más del 80%. Un éxito de participación sindical y una muestra de vitalidad política sin parangón.

Sin embargo, después del apretado escrutinio, Muñoz resultó perdedor por 352 votos de diferencia (0.63% del total de sufragios). En consecuencia, el líder de Transparencia Sindical, inconforme con el fallo, un mes después –el 15 de julio de 2009—, impugnó la elección ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA), lo cual desató un agudo conflicto pos-electoral que “abrió las puertas de par en par”, señaló el grupo de Esparza, para que el Gobierno se entrometiera en asuntos de equidad electoral, cuya competencia es exclusiva de la Comisión Autónoma de Justicia de la organización obrera. Así, al ser violentada la autonomía sindical, la embestida gubernamental era inminente.

Con anticipación, y en varias ocasiones, la vocería de los electricistas denunció que el líder de la disidencia venía proporcionando información estratégica al gobierno y a los medios de comunicación con el objetivo de instrumentar, mediante una campaña de linchamiento mediático, la desestabilización del gremio y así facilitar la liquidación de la empresa. A través de sus acostumbrados comunicados de prensa, el SME denunció ante la opinión pública la estrategia de Alejandro Muñoz en contra del propio sindicato. El 24 de septiembre de 2009, titulado Autonomía sindical, la dirigencia obrera denunció:
A las Organizaciones Sindicales, Sociales y Políticas,
Al pueblo de México,
A la opinión pública,
A los medios de comunicación.
Salud:


[…]
Siguiendo puntualmente la estrategia diseñada desde las altas esferas del gobierno, el grupo que jefatura Muñoz Reséndiz, acudió a la Junta para abrir de par en par las puertas de nuestro Sindicato, a la intervención grosera e inmoral, del gobierno federal en nuestros asuntos internos.
[…] Inusualmente, se abrieron por completo y como nunca, las páginas de los diarios de circulación nacional y los micrófonos de radio y televisión, pero SÓLO para la planilla de Muñoz Reséndiz, sin que esos medios se preocuparan jamás, por comprobar una sola de las aseveraciones, afirmaciones y acusaciones realizadas por Muñoz Reséndiz.
La maniobra contra el SME está más que clara, Muñoz le sirve al gobierno, es el soñado dirigente manejable y espurio que podría servir a sus intereses privatizadores y anti obreros. La vía para dar un charrazo en el SME no es otra que la de “Transparencia Sindical”.
[…]
Fraternalmente
“Por el derecho y la justicia del trabajador”
México, D.F. 24 de septiembre de 2009


Como se corrobora, el conflicto interno del SME no fue un elemento circunstancial o ajeno a la decisión de Felipe Calderón de liquidar la empresa eléctrica. Por el contario, como algunos analistas lo señalaron, la polarización interna fue incentivada desde el poder para que la disputa por el control del sindicato y la beligerancia del mismo, se convirtieran en el ardid perfecto para intervenir con la fuerza pública. De otro modo ¿Cómo podría el Gobierno liquidar una empresa estratégica? Con el gremio bien cohesionado y reconocida su amplia capacidad de movilización, el procedimiento de requisa sería un fracaso y el gremio saldría fortalecido. Por lo tanto, la desarticulación y desmoralización de las bases obreras era imprescindible. La ecuación gubernamental fue perfecta: Fractura-Golpe-Extinción… ¡Más una buena dosis de televisión!


Al respecto, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, fundador del PRD y experto en políticas energéticas, en una colaboración especial para el periódico La Jornada, titulada Sabadazo contra el SME, el 12 de octubre de 2009, se refirió al asunto en estos términos:
¿Por qué los golpes bajos? ¿Por qué la puñalada trapera? ¿Por qué no se dio paso, con la oportunidad debida, a un diálogo franco entre SME y gobierno?
Objetivamente, el conflicto entre sindicalistas que tendría que resolver la Junta Federal de Conciliación nada tiene que ver con la liquidación de la fuente de trabajo en LFC. Circunstancialmente se juntaron en el tiempo, o para decirlo mejor, el gobierno aprovechó el ruido del conflicto entre sindicalistas, amplificado por la campaña de hostilidad de la autoridad laboral y gente de ciertos medios, y el que estuviera sin solución por parte de la autoridad responsable (aunque no puede dejar de pensarse que intencionalmente se le ha dejado sin resolver), para dar el golpe de la liquidación.

Con estos antecedentes, de vuelta a la madrugada del 11 de octubre, la efervescente Asamblea General tenía que tomar decisiones importantes de inmediato: ¿Unidad o fractura? Esa era la moneda en el aire. Con el tiempo encima y debido al “estado de emergencia” en el que se encontraba el sindicato, “la unidad debe tener prioridad”, se propuso al pleno de la Asamblea. Fueron momentos de alta tensión –la mala fortuna pudo haber incendiado los ánimos y convertir aquello en un San Quintín—, sin embargo, la mesura se impuso y llegó el momento de cerrar filas y quemar banderas, por lo menos así se propuso. A pesar del descontento mayoritario, la rechifla inconforme y las mentadas de madre desde el graderío, finalmente, tras el largo debate, la dirigencia logró el consenso suficiente para hacer a un lado las diferencias políticas y enfrentar la embestida gubernamental con la organización unida.

Entonces se permitió que miembros del grupo disidente entraran al recinto sindical y se integraran a los trabajos de la naciente resistencia. Mediante una valla humana y en medio de conatos de violencia, Alejandro Muñoz pudo llegar hasta el presídium e instalarse junto a sus ex compañeros del Comité Central, quienes entre miradas absortas y algunas muecas de desdén, escucharon su primera intervención ante el Leviatán electricista: "A partir de estos momentos, se acaban los colores en este sindicato. Ahora, tendrán que ver de qué tamaño y de qué está hecha esta organización", dijo súbitamente Alejandro Muñoz, quien en varias ocasiones fue increpado entre chiflidos y gritos de "traidor”.

Acostumbrado siempre a pedir el uso de la palabra en las asambleas del SME, Ricardo Ortega Comezaña, líder de aproximadamente 1,500 esmeítas de la sección de Cables Subterráneos, reconoce que la discusión fue muy fuerte en aquella ocasión. Él reconoce que no estaba de acuerdo con la tregua con Alejandro Muñoz y su grupo. Fiel a su costumbre, se hizo del micrófono y exigió al ex Tesorero reconocer públicamente, ante la Asamblea, el liderazgo de Martín Esparza. “Nada vamos a lograr mientras tú (se dirigió a quien encabeza el grupo Transparencia Sindical, viéndolo a la cara) no reconozcas que Martín es el Secretario General, y lo tienes que hacer aquí frente a todos… Si no, ¿Adónde vamos? ¡Todo sería una mentira!”, retó con energía al ex tesorero. Alejandro respondió: No. La asamblea le exigió la retracción y éste dijo: No y no. No quiso.

A pesar de la renuencia de Muñoz, Ricardo Ortega alertó a la Organización a tener cuidado ante las reticencias del líder disidente. A partir de ahí, supo que la lucha no iba a ser fácil y que los principales obstáculos se atravesarían dentro de la misma organización sindical. “Había mil cosas qué hacer –comenta Comezaña—; muchos dijeron `ya nos putearon´, pero no nos pueden acabar, dije, ¡somos el SME! Sabíamos en qué ring estábamos parados y le íbamos a entrar… Reconozco que mucha gente votó por la Naranja (color distintivo de Transparencia Sindical) pero platicamos con muchos de ellos y dijimos ¡va! Las diferencias políticas se quedaron atrás; ahora somos todo el sindicato y vamos adelante, a luchar”, propuso a sus compañeros. No obstante, la mayoría no quedó convencida de la supuesta tregua.


Al final, un silencio incómodo se impuso al concluir la Asamblea Extraordinaria –cerca de las 4 de la mañana— y mientras desalojaban el auditorio de Insurgentes 98, una mueca de insatisfacción pudo percibirse en muchos esmeítas. Ante la incertidumbre, había un motivo más de preocupación: el reconocimiento hacía Esparza por parte de Muñoz nunca llegó; por ende, la unidad pactada apenas hace unos minutos, se quebraría en los hechos, aunque formalmente avanzarían todos juntos ¿Por cuánto tiempo? Algo olía muy mal.

En las memorias y documentos históricos del SME quedará registrada, sin duda, aquella declaración hecha por Alejandro Muñoz durante una conferencia de prensa el 5 de octubre de 2009, donde se refirió a la posible conciliación entre ambos grupos políticos en torno a la defensa del Contrato Colectivo: “Lo he dicho recio y quedito, nosotros podemos estarnos peleando en el Sindicato, pero si el Gobierno federal pretende con esta situación quererse meter o querer destruir el Sindicato, entonces sí me uno a Martín, aunque me caiga gordo, lo tengo que hacer, porque así soy. Nosotros podemos damos hasta con la cubeta, pero que quieran destruirnos tampoco”.

Este episodio marcó definitivamente lo que más adelante sería el desmoronamiento de la fuerza numérica del Sindicato Mexicano de Electricistas, la fragmentación total, provocada por la especulación y los rumores que se infiltraron en miles de trabajadores que, esperanzados en una recontratación inmediata, bajo la influencia desmoralizadora de las versiones de mutua traición entre liderazgos, optaron por la “liquidación voluntaria” a la que fueron inducidos insistentemente por los medios masivos de comunicación. Así arrancaba la resistencia esmeíta. Envenenada por la duda y la traición... (CONTINUARÁ)

lunes, 13 de diciembre de 2010

REPORTAJE: Días de Incertidumbre, Aciago y Resistencia del SME

CORTOCIRCUITO AL SME (SEGUNDA PARTE)






Sólo dos días después de haber visitado la residencia oficial de Los Pinos, cuando el gremio electricista parecía cantar una victoria más dentro de su combativa historia, sobrevino el golpe. En términos de la jerga popular, el gobierno de Felipe Calderón chamaqueó al SME; les dijo sí, pero no cuándo, ni cómo habrían de resolverse los problemas de la empresa pública. Lo que sí quedó claro, según la flagrancia y contundencia de los hechos, es que cualquiera que fuese la determinación de la Administración Federal sobre el servicio de energía eléctrica en la zona central del país, ésta no contemplaba al sindicato como interlocutor. Así, de un plumazo y cachiporra por delante, el “Presidente del empleo” optó por la extinción de la paraestatal; y con ello quiso borrar del mapa político y de toda negociación al organismo obrero más respondón y contumaz disidente de la política energética actual.

A la luz de lo que venía aconteciendo entre la organización sindical y el Gobierno federal, la ocupación policiaca de las instalaciones eléctricas, más que una traición, fue la culminación de una estrategia deliberada en contra del SME que inició con una campaña mediática de desprestigio hacia la dirigencia sindical y sus trabajadores, concluyendo con la extinción de la empresa. Es decir, el oficialismo primero levantó el repudio social contra el gremio –algo no muy difícil, basta recordarle al público usuario la última vez que acudió a realizar trámites a una sucursal para ponerle los pelos de punta—, y con ello, justificó y legitimó ante la opinión pública el cierre de Luz y Fuerza del Centro, (LFC).


El periodista Miguel Ángel Granados Chapa, siempre al tanto del quehacer político nacional, acusó de “insensibilidad” y “torpeza” a la dirigencia sindical, ya que ante la escalada mediática evidentísima, ésta no supo o no quiso ver los frentes abiertos en su contra, tanto al interior como extramuros; incluso, señaló que el líder del sindicato echó más leña al fuego. El 9 de octubre de 2009, un día antes de la toma, el también cronista parlamentario publicó en el periódico Reforma un artículo titulado ¿Qué hacer con Luz y Fuerza? Y casi como una premonición, escribió:
Acaso para mejorar su posición en el frente interno, (los electricistas) inauguraron un magnífico gimnasio, vecino a la sede sindical, construido con las cuotas sindicales. Pero deberían saber que además del frente interno, donde el gremio está dividido a la mitad, hay un frente externo, la sociedad, el público, los usuarios, irritados ante lo que juzgan un derroche imperdonable de recursos públicos.
Ese frente externo estaría inclinado a la liquidación del organismo denominado Luz y Fuerza. Y de él se aprovecharía la estrategia gubernamental […] Es difícil hallar en ese frente externo defensores del servicio que presta LyF a través del sindicato. La frecuente interrupción del suministro, los cobros abusivos, el maltrato cuando se trata de corregir el consumo mal medido, son algunas de las formas de relación de los usuarios con una empresa que, además de esa realidad irritante e inocultable, padece el sostenido esfuerzo propagandístico para desprestigiar al organismo y a sus empleados.

En diversas notas informativas, columnas y artículos de opinión, se tiró tinta sobre la urdimbre instrumentada por el gobierno para descarrilar al Sindicato Mexicano de Electricistas. Hubo quienes manifestaron la inusual ingenuidad del gremio; otros atribuyeron al triunfalismo cegador y soberbia de los dirigentes la fragmentación interna de su organización; algunos más, como el experimentado periodista Raymundo Riva Palacio, ex director editorial del periódico El Universal, atribuyó la debacle del SME a la falta de una estrategia política bien definida en términos mediáticos. En su columna, Estrictamente Personal, aparecida el 14 de octubre en El Financiero expreso:
Las guerras políticas se ganan en la opinión pública. El Sindicato Mexicano de Electricistas la perdió con el Gobierno federal aún antes de entrar al campo de batalla. No tuvo una estrategia, no tuvo capacidad de respuesta, no tuvo en su líder Martín Esparza un gladiador mediático que pudiera enfrentar a los leones con el que lo dejaron solo en el coliseo de la esfera pública.
Esparza es culpable por ceguera. El Gobierno federal le jugó con libreto una guerra de propaganda, que fue quirúrgica, rápida y altamente eficaz. En siete días lo aniquilaron, y la sociedad encuestada sobre la toma de la Compañía de Luz y Fuerza y su ocupación policial se congratuló con las cruces sembradas en el camino. Sistemáticamente, Esparza equivocó su estrategia. Jugó a la política en un tablero que huele a naftalina. Sus categorías de análisis son obsoletas, por lo que no entendió el primer disparo que le hizo el Gobierno, que mostró que los términos de la guerra que estaba por enfrentar se habían corrido de escenario. Fue políticamente torpe al ser arrastrado por el camino a la trampa a través de filtraciones cargadas de veneno que en una semana le puso a la opinión pública en contra y quedó etiquetado como un líder corrupto, indigno de cualquier arreglo futuro. Si eso es verdad o es mentira qué más da. Es absolutamente irrelevante para quien entiende que en política, la percepción es más poderosa que la realidad.

En contraste, al día siguiente de la incursión de la fuerza pública en las oficinas de LFC, el periódico La Jornada, en su Editorial titulado Fuerza e ilegalidad, se refirió a los hechos como una muestra del nuevo método empleado por el Ejecutivo Federal para la solución de conflictos sociales, haciendo evidentes las coordenadas –insinuó el diario—del regreso al viejo estilo de gobierno autoritario aparentemente superado tras la salida del PRI de Los Pinos, encarnado ahora en el presidente Felipe Calderón y su gabinete de seguridad nacional:
El asalto de los federales que comanda el hombre fuerte del país, Genaro García Luna (Secretario de Seguridad Pública Federal), culmina una semana de avalancha mediática que buscaba, precisamente, legitimar un acto ilegal a todas luces. […] Este sábado 10 de octubre pasará a la historia como el día en el que un gobierno de derecha encabezado por Acción Nacional se brincó la autonomía sindical y, de ese modo, dijo al país entero que quien no comulga con sus ideas será combatido con la fuerza de su Estado.


Al recorrer la prensa nacional de aquellos días de octubre, el consenso de plumas validadoras del acto presidencial (la abrumadora mayoría), consideraron que “las formas” que se emplearon para solucionar los rezagos de Luz y Fuerza del Centro “quizá no fueron las más tersas ni ortodoxas” en términos de corrección política, sin embargo, justificaron que el fondo de la decisión obedeció a “una auténtica razón de Estado”, pues el riesgo de una posible interrupción del servicio eléctrico provocado por el “beligerante sindicato de electricistas”, señalaron al unísono muchos “especialistas”, fue lo que “obligó” al Ejecutivo Federal a “solucionar”, de una vez por todas, una “sangría al erario público” que “llegó a poner en riesgo la viabilidad económica del país”. Ese fue el tono como se dijo y se escribió no sólo en los periódicos, sino hasta en las "revistas del corazón”, y programas de entretenimiento de radio y televisión.

Para Muestra, un botón: Oscar Mario Beteta, flamante locutor de Grupo Radio Fórmula, además de dirigir todas las mañanas su programa radiofónico de noticias En los tiempos de la radio, en el 103.3 de FM, también se da el tiempo de escribir una columna de opinión titulada En petit comité, todos los jueves en el periódico Milenio. En ese espacio editorial publicó el 15 de octubre de 2009 la siguiente reflexión en torno a la liquidación de LFC y las teorías político-sociales que, según su perspectiva, fundamentaron y legitimaron el cierre de la empresa eléctrica:
La decisión del presidente Calderón de liquidar LFC deriva de una auténtica razón de Estado y se apoya en dos teóricos fundamentales: Aristóteles y Maquiavelo. […] En el war room, de donde salió la sentencia de muerte de esa empresa (sic), no se la pudo armar mejor. […]
Por su parte, el florentino (Maquiavelo) sugiere que para conservar un reino nunca se reconozcan límites. Su máxima de que “el fin justifica los medios”, es absolutamente moral cuando el Príncipe (Calderón) la emplea para proteger a sus gobernados del peligro. Es lo que hizo Calderón en el caso de LFC (sic). La naturaleza y el objeto del Estado y de los particulares son antagónicos e irreconciliables: uno debe procurar el bien común, otros buscan ventajas propias. Su coexistencia es imposible; uno debe perecer (sic). La totalidad ética de aquél, obliga a cualquier acción para preservarlo.

En consecuencia, la población en general conoció a través de los “líderes de opinión” las cualidades y firmeza del Presidente de la República al tomar la “difícil” decisión de acabar con un Organismo Público que padecía inocultables y graves problemas e ineficiencias, principalmente en la atención al público –como muchas otras dependencias públicas—, y que de pronto apareció en los medios de comunicación convertido en… ¿Un peligro para México? Así se esgrimió la feroz propaganda negra en contra del gremio electricista.

viernes, 26 de noviembre de 2010

¡CHISPAS!

¿A QUIÉN DESNUDAS CUANDO TE DESNUDAS?

Diez hermosas mujeres mexicanas han robado la atención, cámaras y tinta de los principales medios de comunicación masiva. Ellas son jóvenes, sensuales, atrevidas… y desempleadas.


Así es, después de haber sido despojadas de su fuente de empleo como sobrecargos de aviación, desde hace 5 meses (junto con otras mil 200 de sus compañeras), ante la absoluta irresponsabilidad patronal y el desinterés gubernamental por resolver su situación, estas chicas que con amable sonrisa y parsimonia atravezaban el pasillo de un avión, invitándonos a responderles suavemente, “sí señorita, cómo no, con todo gusto, gracias”, han decidido quitarse la ropa de trabajo y entallarse sugerentes y breves prendas frente a una lente fotográfica que las trasladará al mundo de las quimeras y deleites masculinos, a bordo de un sexy calendario.

¿Cómo? Sí. Recuerde que vivimos en México. Aquí todo es posible. Debido a la enésima quiebra financiera de Mexicana de Aviación, aerolínea propiedad del empresario mexicano Gastón Azcárraga (¿Cuándo ha visto al apellido AZCÁRRAGA relacionado con fracasos en los negocios? ¿Será que el gran negocio fue el fracaso?), diez aeromozas tuvieron que reunir sus ahorros y vender algunas pertenencias para auto emplearse en este sui generis proyecto visual que, además de proporcionarles el sustento familiar, hará posibles las fantasías de no pocos aeroviajeros consuetudinarios por la mínima cantidad de 149 pesos, claro, sin cobro de impuestos por “uso de aeropuerto”.

Ellas sólo quieren “volver a volar”, lo han dicho ante cámaras y micrófonos que, de no haberse atrevido a mostrar “un poquito más de sí mismas”, quizá jamás las hubieran volteado a ver. Por otro lado, es fácil pensar que su “atrevimiento” obedece a una forma “sexy” de protesta (como lo hicieron sus colegas madrileñas, en marzo pasado, ante una situación similar de despido injustificado). No, ellas no quieren hacer política; tampoco quieren buscar trabajo en otros vuelos o giros más románticos. No. Simplemente quieren llevar el pan a sus mesas y sostenerse mientras esperan (como si la aplicación de las leyes mercantiles y laborales fuera una cuestión de tiempo) ser una de las 375 sobrecargos “afortunadas” que logren ser recontratadas por los emergentes accionistas, que harán el favor de rescatar la aerolínea que hace agua, con la anuencia cómplice de su sindicato.

“Lo hicimos para generar ingresos […]. Es una demostración de las ganas que tenemos de recuperar nuestros empleos”, declaró Delmy Padilla al periódico La Jornada (24 de noviembre, 2010, pág 20). Ella es economista y acepta que en el ejercicio de su profesión “no ganaba nada”, por eso eligió dedicarse a volar. Ahora ni eso puede hacer. Como ésta, imagínese usted mil 200 historias más.


¿Hasta dónde llegarán con su atrevimiento? ¿Provocarán la incorporación de otras compañeras al sexy calendario; sensibilizarán a la opinión pública y a los nuevos patrones para su recontratación; harán mucho dinero con su calendario; se convertirán en celebridades del Canal de las Estrellas; aceptarán la propuesta indecorosa de la revista del conejito?

Lo que sí es seguro, estas diez mujeres con su sexy calendario –sin desnudarse—, de pronto nos han desnudado a todos. Dejan en cueros a una sociedad harto morbosa y solícita a la trivialización de los asuntos de interés público (¡Carajo, en qué país dejan sin empleo a tantos trabajadores sin que se mueva un ápice la conciencia social!). Nos confirman que en la mediocracia mexicana la nota es lo voluptuoso, lo insólito, lo cool. Y que la transgresión a la ley y el derecho al trabajo es lo cotidiano, lo intrascendente, lo que abunda.

Se atribulan y cuchichean las buenas conciencias; se frotan las manos editores y dueños de la marquesina; el poder político mira por el rabillo; el empresario, inmaculado… ¿Y la sociedad? Haciendo fila, antes de que se acaben.

DESCARGA FINAL: ¿Por qué no hacemos un sexy calendario donde quepa la nación entera? ¡Desnudémonos pues, todos! A ver si así nos hacen caso y se acaba esta pesadilla llamada Felipe Calderón… Pero tengan cuidado: “El que se mueve no sale en la foto”.