Era la mañana del domingo 11 de octubre de 2009, con una impecable camisa azul claro, semblante fresco y bien peinado, ahí estaba Martín Esparza frente a más de 10 mil electricistas inconformes que llenaron la plaza del Monumento a la Revolución. Sobre un improvisado templete montado en una camioneta, dio inicio el primero de muchos mítines masivos en los que participaría para defender al gremio que le tocó liderar. En su discurso, después de la participación del Diputado Federal por el Partido del Trabajo, Gerardo Fernández Noroña y otros líderes gremiales, Esparza hizo una comparación entre las condiciones actuales del país y las que prevalecían en la época revolucionaria, cuando se fundó el SME; describió la situación social y económica de desempleo, desigualdad y pobreza que obligaron al pueblo de México a levantarse en el movimiento revolucionario de 1910.
“No vamos a dejar que despojen a más de 66 mil familias del sustento económico producto de la riqueza de la infraestructura que hemos generado por décadas”, afirmó el líder con el puño cerrado y lanzándolo hacia el frente; la respuesta al unísono se escuchaba: “¡Ni un Paso atrás! ¡Ni un paso atrás!”. Además dijo que Carlos Slim tenía 86 mil millones de dólares (en ese momento); que 13 millones de obreros no tenían empleo formal; que en México se vive el más alto índice de desempleo desde hace 20 años; que 60 millones de compatriotas viven en la pobreza; que después de privatizar bancos y carreteras, ahora el gobierno pretende hacer lo mismo con la industria eléctrica… La plaza secundó: “¡Qué poca madre! ¡Qué poca madre!”.
Cien metros arriba de la concentración electricista, sobrevolaba un helicóptero de la Secretaria de Seguridad Pública patrullando y, al parecer, hacía estimaciones de la capacidad de convocatoria del sindicato —doce horas después de la toma de instalaciones—, para prever futuros escenarios de insurrección social. Abajo la euforia seguía elevándose.
Algunos esmeítas, pasadas la 10 de la mañana, además de seguir con atención lo que sus líderes pronunciaban en el templete, sintonizaban sus radios y televisores portátiles para estar atentos a los reportes noticiosos, ya que en esos mismos instantes, en otro lugar, se celebraba una conferencia de prensa en la que miembros del gabinete presidencial –responsables de las instancias involucradas en la extinción de LFC—darían información de las condiciones que guardaba el servicio eléctrico y los pormenores de la situación de los trabajadores despedidos.
Entonces Esparza, en el templete, lanzó a sus compas una pregunta definitoria: “¿Están dispuestos a luchar para defender la empresa pública Luz y Fuerza del Centro?” Todos respondieron: “¡Sííí!” “¡Hasta la muerte!”, gritaron algunos. No obstante, el call center que instaló el Gobierno federal para informar a los electricistas sobre el proceso y montos de liquidación recibía en promedio ¡300 llamadas por hora!
Las expresiones de angustia en los rostros de los trabajadores bajo los rayos del sol, contrastaban enormemente con las sonrisas abiertas y prolongadas que, en la pantalla de televisión, se compartían Fernando Gómez Mont, Georgina Kessel, Javier Lozano y Elías Ayub, secretarios de Gobernación, Energía, Trabajo y Comisión Federal de Electricidad, respectivamente, mientras ofrecían su conferencia de prensa. Ahí se dijo, entre otras cosas, que la liquidación de LyFC “no implica la privatización del servicio eléctrico, pues la prestación seguirá a cargo del Estado, como ordenan la Constitución y la ley en la materia”, sostuvo el Secretario de Gobernación, quien asumió que fue él quien ordenó el operativo, realizado “sin costo humano que lamentar”.
Por su parte, Javier Lozano, Secretario del Trabajo y Previsión Social del Gobierno federal, informó que cada ex empleado recibiría, en promedio, el equivalente a 910 días de salario y comparó la suerte de los electricistas con la de cualquier otro asalariado despedido: “Mientras la ley establece que un trabajador que se liquida se le dará tres meses más 12 días de salario por año de servicios, aquí (en LFC) cada trabajador recibirá en esta indemnización integrada el equivalente a dos años y medio de salario”, aseguró sin rubor el funcionario federal.
La descripción del trato “especial” y el “bono adicional” que se daría a los trabajadores obedientes que eligieran la “liquidación voluntaria”, tenía más rasgos de soborno y cooptación que de compensación por buen desempeño, ya que semanas antes el discurso oficial puso en el paredón mediático a los electricistas acusándolos de ineficientes, improductivos y corruptos; y después, ya desalojados de sus puestos de trabajo, el Secretario Javier Lozano (en pleno lapsus entre Dr. Jekyll y Mr. Hide) los premiaba con jugosas liquidaciones.
Una semana después, Intelectuales, especialistas en derecho y expertos en temas relacionados con la energía, fueron convocados por el SME a participar en una serie de conferencias de prensa matutinas que el gremio organizó con el objetivo de abrir el debate en torno a la liquidación de LFC y ofrecer información alternativa a la generada por el oficialismo. En la conferencia inaugural, el 19 de octubre de 2009 en el recinto sindical, El Dr. Edur Velasco Arregui, catedrático del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana, miembro del Sistema Nacional de Investigadores, se refirió a las indemnizaciones ofrecidas por el gobierno y al trato denigrante que el ejecutivo federal dio a los electricistas:
El señor Calderón dice, a través de su Secretario del Trabajo, Javier Lozano, que los electricistas no deben tener temor de quedar despedidos, después de que les han dicho que son vagos, intrigantes e ineficientes; después de una campaña de odio que ha durado varias semanas, ¿ustedes creen (pregunta a los periodistas) que alguien va a conseguir trabajo? Después de esa carta de recomendación que está haciendo Felipe Calderón, quién le va a dar trabajo a alguien que ha sido denigrado, estigmatizado, acusado, insultado… ¡¿No se trata de una burla sangrienta, un contrasentido absoluto?! […]
¿De dónde saca Calderón que va a entregar una cantidad adicional a aquellos que acepten la liquidación antes del 14 de noviembre? ¡Eso es un soborno! Si los van a liquidar, que los liquiden conforme a la ley… De dónde saca él un guardadito para, finalmente, fuera de la ley, decir: si vienes antes, ahí te va una propina ¡Quién es el Presidente para estar dando propinas con el presupuesto federal! ¿Quién le autorizó para estar dando dádivas a quien se doblegue, a quien venda su dignidad antes de tiempo? […] Es un acto de corrupción la propuesta del Presidente al decir que quien vaya rápido por su liquidación él les da una lana adicional.
De vuelta al templete en el Monumento a la Revolución, acompañado del Comité Central del SME –incluido Alejandro Muñoz—, El oriundo de Juandhó, Hidalgo, reiteró a sus correligionarios mantener la unidad firme, “…los únicos colores que vamos a defender son el rojo y el negro, que es la unidad y la fuerza de este gran sindicato”, a lo que la plaza respondió “¡Unidad! ¡Unidad! ¡Unidad!”. El mitin concluyó con un acuerdo: rechazar las liquidaciones que ofreció el Gobierno federal e iniciar un movimiento de resistencia nacional en contra de la desaparición de LFC y su contrato colectivo de trabajo, “que no son privilegios, como dicen en la campaña de linchamiento, son derechos”, aclaró.
Finalmente, antes de partir en marcha rumbo a las oficinas de Gobernación, donde los electricistas entregarían al responsable de la política interna de la nación un documento con sus principales demandas –derogación del decreto de extinción de LFC; reinstalación de todos los trabajadores en su empleo; retiro de la fuerza pública y establecimiento de una mesa de trabajo para resolver el conflicto—, Martín Esparza sentenció: “De hambre no nos vamos a morir, pues tenemos el apoyo del pueblo de México”, en medio de un sonoro “¡Aquí se ve la fuerza del esmé! ¡Aquí se ve la Fuerza del esmé!”
Tras la nutrida marcha, al filo de la una de la tarde, el Comité Central de SME fue recibido en el antiguo Palacio de Cobián. En medio de un fuerte dispositivo de seguridad, el bloqueo de varias calles perimetrales a la dependencia y el continuo sobrevuelo del helicóptero de la Policía Federal, los esmeítas, agrupados en varios contingentes, aguardaron a su dirigencia cerca de dos horas más bajo el intenso calor de la tarde. Todos esperaban que la “fuerza del esmé”, como era costumbre, sensibilizara a las autoridades y diera las primeras buenas noticias al gremio. “El gobierno no puede echarse este paquete”; “el sistema eléctrico seguro se colapsa sin nuestra mano de obra calificada”, comentaron algunos trabajadores que se agolpaban sobre el carrito de los raspados que ofrecía refrescar la calorosa tarde con los de limón, grosella, tamarindo, monjitas y diablitos.
Ninguno de los manifestantes se imaginaba que esas primeras horas, acumuladas desde las 9 de la mañana, en espera de una respuesta gubernamental para encontrar solución a su súbito desempleo, se prolongarían por más de un año en los que la autoridad no tuvo voluntad de atender sus demandas; la única oferta era la liquidación; más allá de eso, no los vio, ni los escuchó.
César Torroella Labrada, jubilado del SME –reconocido por su trayectoria como representante, legislador y ex miembro de la dirección sindical—, igual que sus demás compañeros, parado sobre la banqueta, continuaba a la expectativa de la ansiada respuesta oficial, en tanto se manifestó indignado y sorprendido:
Estamos ante un golpe de fuerza del Estado, incapaz de resolver un problema político de naturaleza más que sindical, social. Está demostrando una incapacidad para gobernar el país, llevando al barranco a los trabajadores, al pueblo y a una empresa vital para un país en cualquier parte del mundo. ¡Es la industria eléctrica y estos cabrones la están desbarrancando! El presidente del empleo desempleando a 45 mil trabajadores activos del SME y poniendo a temblar a 22 mil jubilados… No se vale que estén jugando con tantos datos falsos, equivocados y tramposos que no dicen que la CFE le vende a Luz y Fuerza la energía en bloque a 1.30 (pesos) y que la obligan a venderla a 85 (centavos). Por diseño están quebrando a Luz y Fuerza. ¡No se vale!
Noventa minutos de diálogo, ningún acuerdo. Caras largas. El primer revés fue anunciado: El gobierno sostiene que el decreto es legal y no existen condiciones para su derogación. “No hay marcha atrás”. Durante el encuentro en Gobernación la dirigencia obrera entregó un documento donde mostró su postura frente a la liquidación de la paraestatal y se desglosó el destino de los 42 mil millones de pesos de transferencias del erario a la empresa que, “con base en documentos de la Función Pública, se van íntegros al pago del contrato de energía en bloque a la CFE”, declaró Martín Esparza al periódico La Jornada al salir de la reunión.
Por la noche, en la reanudación de su Asamblea Extraordinaria Permanente, el SME, declarado en “estado de emergencia”, anunció que daría la batalla en el terreno legal y político con la promoción de una controversia constitucional a través de las diferentes bancadas en el Congreso de la Unión y el inicio de un movimiento de resistencia con marchas y movilizaciones para revertir el decreto. Los acuerdos de asamblea fueron: no aceptar la liquidación ofrecida por el gobierno, “son migajas”, se dijo; realizar un mitin en la Cámara de Diputados; una marcha el jueves 15 de octubre, del Ángel de la Independencia al Zócalo; protestar en diversas dependencias gubernamentales y el volanteo masivo –casa por casa–para informar a la opinión pública sobre el “acto autoritario” de Felipe Calderón.
El gobierno “se va a descarrilar”, aseguró Martín Esparza, ya que la solidaridad que va a desencadenar el golpe al SME llevará a un “movimiento masivo de trabajadores en defensa de los intereses del pueblo y la nación”, dijo ante un auditorio insuficiente para dar cabida al descontento gremial. Por su parte, Humberto Montes de Oca, Secretario del Interior, dijo que “el SME no se va a rendir” pues están preparados para “una lucha prolongada”.
En su primer boletín de prensa, el 11 de octubre de 2009 –al confirmar la negativa del Gobierno a resolver sus demandas—, el SME se dirigió al Pueblo de México y organizaciones políticas y sociales alertando sobre el retroceso al que se asiste en términos laborales, porque se “pretende regresar a los tiempos de la dictadura de Porfirio Díaz, donde los trabajadores carecían de derechos y garantías constitucionales”, según se afirma en el comunicado. Y reta: “No, no será nada fácil derrotarnos, ha empezado a derramarse la siempre generosa solidaridad obrera y popular hacia nuestro Sindicato, multiplicaremos ese trabajo y esos lazos fraternos. Porque una voz inmensa, gigante y digna, recorre ya el vasto territorio nacional, junto al ¡YA BASTA! de los hermanos indígenas, resuena el grito obrero del ¡NO PASARAN!”.
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